¡Somos una agencia boutique!

No hace mucho que nos hemos enterado de que somos una agencia boutique. Sinceramente, el término mola y da un toque de glamour al ejercicio de una actividad que muchas veces no se acaba de valorar. Remite a esas pequeñas tiendas de ropa que traen pocos pero seleccionados productos, a esas a las que acudes para un fondo de armario o para un abrigo que sabes que te durará toda la vida, esas en las que el dependiente te aconseja y sabe tu talla antes de que termines de entrar por la puerta.

Aunque no somos mucho de etiquetas, ésta nos gusta. Hace referencia a pequeñas empresas especializadas en un área específica del sector creativo, como la publicidad, relaciones públicas, marketing digital o diseño gráfico, entre otros. Es decir, a ese gran grupo que estamos justo en medio de los dos proveedores tradicionales: las grandes agencias full-service y el profesional freelance… aunque, paradójicamente, en la vida cotidiana unos y otros solemos colaborar.

Porque ¡sí!, incluso las agencias más tochas recurren a la externalización de ciertos trabajos cuando lo consideran conveniente y encuentran en agencias más pequeñas un compañero perfecto. Por su parte, la versatilidad inherente a las agencias boutique nos permiten fácilmente aliarnos con otros profesionales freelance para trabajos puntuales o recurrentes. Es lo que ahora llamamos trabajo colaborativo, un nuevo modo de entender la realidad que venía gestándose desde hace años y que la pandemia del covid reveló como un método más eficaz, eficiente (en costes horarios y monetarios) e interesante creativamente hablando. Se trata de sumar al equipo a toda esa gente experta que pueda aportar su valor añadido a un proyecto. Sin complejos y sin restricciones. Como dice Milagros Ojeda (Revista Neo, 2021) “las marcas, tengan el tamaño que tengan, aprendieron que de las crisis económicas como humanas sólo se sale teniendo buenos aliados al lado que te acompañen bien y de verdad». ¡Hurra por Slack, Trello, Zoom y todas esas herramientas que nos permiten trabajar codo con codo con quien y donde nos dé la gana!

Por tanto, además de caracterizarse por un reducido número de trabajadores -cinco personas ya son multitud- las agencias boutique debemos distinguirnos sobre todo por nuestras cualidades: porque un bazar mono que con ropa de mercadillo no es una boutique. Las ventajas son claras:

  1. Mayor especialización: las agencias boutique tienden a tener una mayor especialización en un área específica, lo que significa que tienen un conocimiento más profundo de su campo y pueden ofrecer servicios más personalizados y efectivos.
  2. Enfoque personalizado: las agencias boutique suelen tener menos clientes que las super agencias, lo que les permite brindar una atención más personalizada y una mayor libertad en la forma en que se prestan los servicios.
  3. Cultura de empresa: las agencias boutique suelen tener una cultura empresarial fuerte y unida, lo que puede traducirse en una mayor colaboración y una mejor comunicación entre el equipo y el cliente, así como entre los propios miembros del equipo.
  4. Flexibilidad: las agencias boutique suelen ser más flexibles en cuanto a los requisitos de los clientes, lo que puede permitir una mayor adaptación a las necesidades y presupuestos específicos de cada proyecto.

Si bien es cierto que este sistema de trabajo a menudo impide a las agencias boutique acceder a proyectos de gran envergadura (esos que identificamos con los gigantes de la publicidad) también han tenido el mérito de hacer que las pequeñas y medianas empresas tengan acceso a buenas estrategias de márketing y productos de diseño sin tener que invertir sumas estratosféricas ni verse obligadas a acudir al cuñado o al primo de turno.